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Debemos actuar ante la situación de los venezolanos con discapacidad

“…delante del ciego no pondrás tropiezo sino que tendrás temor de Dios”.

Así reza Levítico 19 en las segunda parte del versículo 14 en el cual, en tono imperativo, el Señor dice en la primera parte:

“No maltratarás al sordo”.

He leído dos artículos de José Baudilio Peralta en Ciegos Venezuela que me han dejado una profunda tristeza pues es el sentir, no sólo de las personas ciegas sino también de las que tienen alguna otra discapacidad y de pueblo venezolano en general.

Me siento impotente ante la situación actual que compartimos como venezolanos dentro de esta nación, tan rica en bienes minerales y tan pobre en bienes alimentarios y que ha ido viendo disminuida la producción de todo tipo de bienes que beneficien, en este caso particular, a las personas con discapacidad.

Recuerdo cuando Goyo en Barquisimeto producía los bastones y que a muchas de las personas ciegas les parecían endebles o que no cumplían con las normas de color y fosforescencia necesaria para la protección del usuario en las horas nocturnas. Para la fecha, se podía tener acceso a los bastones importados y se podían escoger hasta el tipo de mango del mismo.

Las cosas se fueron dificultando hasta el extremo de que ahora no se consiguen nacionales y los importados son excesivamente caros. Ya no tenemos acceso fácil a los dólares. Suenan dura la expresión, palabras más, palabras menos que dice: “las estrellas de nuestro cielo son las personas con discapacidad” ¿Cómo hacerles la vida realmente accesible?

Muchas veces, demasiadas tal vez, he visto a las personas ciegas llorar porque no consiguen comida, porque los engañan en las colas, porque les roban los productos y hasta le cobran de más o le dan menos vuelto. Se ha perdido el respeto hacia el más necesitado, hacia el más débil porque, tristemente, todos son más pobres, más necesitados y más débiles.

¿Qué acciones efectivas se pueden tomar? Me gustaría escuchar y leer ideas. Creo que todos los venezolanos estamos inmersos en un mar profundo de depresión, de desmotivación, de falta de empuje para hacer algo diferente a las dichosas colas. El tema de conversación de hombres, mujeres, jóvenes y niños es lo que consiguieron que le “dieran” cuando todo lo tenemos que pagar a precio regulado o a precio justo o a precio injusto. Ya los niños con cédula de identidad están siendo registrados en los automercados para que vayan a comprar acompañados de sus padres. ¡Extremos dolorosos!

La única idea que me viene a la mente es la de la solidaridad y el amor por la Patria. La del compartir no sólo angustias sino también soluciones. Unirnos para que los derechos de los venezolanos, especialmente de aquellos que padecen discapacidad puedan ser escuchados y atendidos de manera oportuna, eficiente y eficaz.

No demos nada por perdido. La acción más subversiva con la que contamos y que yo puedo ofrecerles de corazón es la oración a nuestro Padre Eterno para que perdone nuestra nación y sane nuestra tierra. Unámonos en oración, cada uno es su hogar, en su sitio de trabajo y roguemos por la sabiduría que necesitamos para tener la asertividad necesaria que nos permita salir adelante y progresar como país.

No tengo más palabras que las de esforzarnos y ser valientes como le dijo el Señor al rey Saúl:

Tomemos el pañuelo para llorar con una mano y, con la otra, sequemos las lágrimas y actuemos con valentía.


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