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Desde Mi Hogar Sesquicentenario

Hola mis amigos venezolanos y del mundo. Soy Louis Braille o Luis Braille o simplemente Braille, como me conocen muchos. Me encuentro sentado en una gran nube que me pasea a lo largo y ancho del mundo y desde ella puedo observar con mis nuevos ojos todo lo que ocurre en el mundo de las personas ciegas de este planeta desde el 6 de enero de 1852, día en el que pasé a mejor vida a causa de una tuberculosis.

Nací en Coupvray, Francia, un frío 4 de enero de 1809. Mi madre, Monique, estaba exhausta después del parto que aunque no fue complicado, nos dejó cansados a ambos. Mi padre Simone-René, dejó de dar vueltas por la sala. Casi le había abierto un hueco al piso de tanto ir y venir. Nos abrazamos. Me añadieron como uno más a la familia, pues ya estaban en casa mis tres hermanos mayores: Monique, Louis-Simon y Marie Céline.

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Mi papá tenía una empresa muy grande de cueros y riendas. A mí me encantaba jugar en su taller. Sin embargo, un niño de tres años cuando se queda solo inventa más que cuando está acompañado. No tuve mejor idea que agarrar una lezna de esas que tenía mi papá para perforar el cuero y me puse a corretear y a saltar. No recuerdo qué pasó exactamente, lo único cierto fue que me clavé ese instrumento en mi ojo derecho y nada, a pesar de todos los medicamentos y las curas, yo estaba tan pequeño, era tan inquieto y hasta desobediente, que se me pasó la infección al otro ojo y al final me quedé con los ojos claros y sin vista.

Desde esta nube puedo decirles que no comprendí bien este hecho y su beneficio hasta que pude observar que de no haberme ocurrido ese accidente, el sistema braille no existiría. El mismo surgió como una necesidad mía de escribir, de compartir pensamientos, sentimientos, emociones y de hacer progresar a los ciegos como yo en el campo de la pedagogía. Me encantaba ser maestro. Además, como músico organista siempre me había gustado la idea de escribir mis notas musicales, mis canciones, las piezas que me gustaban más.

Cuando estaba en la Escuela de Ciegos de París que se llamaba Istitut National des Jeunes Aveugles, pues me dieron una beca, comencé a pensar en la idea de que nosotros, los ciegos de todos los tiempos y de todas las edades desarrollamos con voluntad y esfuerzo, si se quiere reconocer así, nuestro oído y nuestro sentido del tacto. Maquinando en mi cabeza tantas ideas relacionadas con el relieve y el tacto, conocí el trabajo de Charles Barbier, un militar que inventó un código para que los soldados pudieran descifrar mensajes cuando estaban en las trincheras, en plena noche.

Lo más maravilloso fue cuando me percaté de que en la yema de los dedos hay tanta sensibilidad que si la ponemos en práctica y la ejercitamos podíamos encontrar hasta el más mínimo granito de polvo sobre los objetos y los papeles. No fue un trabajo fácil, así que poco a poco y con la ayuda de todos mis compañeros en el Instituto le fuí poniendo y quitando puntos y líneas y relieves a lo que más adelante sería lo que se conoce con el rimbombante nombre de “Sistema de lectoescritura braille”. Bueno, hasta mi apellido se convirtió en un sustantivo común. Cuando define al sistema se escribe con minúscula. ¡Qué maravilla! Yo era un jovencito de unos 13 años de edad. Sin embargo, la curiosidad, la perseverancia y el deseo de independencia me hicieron un creador sin habérmelo propuesto.

Me encanta oír desde mi nube a los ciegos o los docentes y formadores de ciegos cuando enseñan el braille y dicen con mucha propiedad: “Es un sistema de lectoescritura táctil o ciegografía que está formado por un signo generador de seis puntos alineados en dos columnas de tres puntos cada una con la que se logran 64 combinaciones…” y bla, bla, bla, bla.

Hermoso oírlo, hermoso saberlo. Además, es el sistema de lectoescritura más universal que existe, puesto que no importa el idioma, el ciego, puede usarlo con su alfabeto. No importa su profesión, pues hay combinaciones para expresarla. Si no existe la combinación se puede crear y así hasta el infinito, creo yo.

Pero, les confieso, que cuando llueve sobre la cabeza de los ciegos en cualquier parte del mundo, son mis lágrimas que caen una a una porque cada vez observo que son menos los ciegos que desean usar el sistema braille para leer y escribir.

Las excusas son innumerables y van desde “no tengo sensibilidad en mis dedos” que es la dichosa sensibilidad áptica que se puede desarrollar usando texturas y tamaños diferentes o usar el dedo que puede aprender a leer hasta “es que los materiales son muy gordos, grandes, fastidiosos”, y un sinfín de etcéteras que no deseo mencionar.

Les digo que no es que no tengan la razón y que no es lo mismo llevar un tomo en braille en el metro, en el avión o en el barco que un Ipad, teléfono, miniequipos, mp3 o pen drive (términos muy modernos) donde una voz humana o una voz sintética lee textos, narra películas y hasta las describe… Sin embargo, nada como ese contacto dedo-papel tan personal, tan cálido, tan necesario (al menos para mí lo era). Nada como escribir una nota de amor a la persona amada (ciega o no) sin que nadie más tenga que compartirlos que ellos dos.

Yo, como persona ciega, siempre motivaba a los docentes, familiares y amigos a que aprendieran mi alfabeto, aunque fuera para compartir textos muy pequeños. Eso es lo que llaman en estos siglos integración, accesibilidad y frases similares.

Como el concurso es en Venezuela, quiero decirles a los ciegos venezolanos que si desean que las lluvias sobre su país no lleven también mis lágrimas por el desperdicio de una herramienta tan íntima, tan maravillosa, tan generadora de crecimiento personal y de madurez, aprendan el braille. Lean, escriban, enseñen. Que el rechazo ante las dificultades y el cansancio que generan su aprendizaje y uso cedan ante la posibilidad de ser cada día más conocedores y ‘expresadores’ de pensamientos y sentimientos.

El hecho de saber manejar herramientas tecnológicas como lo que llaman computadora, sus teléfonos inteligentes o habladores nada más, no han de ser una barrera para que aprendan a leer y a escribir en braille. Eso les puede ayudar a identificar sus medicinas, sus CDs, y a mandarle mensajes a la persona amada poniéndoles una rosa o un toque de perfume para que lo atesore por mucho tiempo.

Desde mi nube en la cual reposo desde hace 162 años, los saludo, los bendigo y les exijo: ¡Aprendan el braille! Luchen por su derecho a tener materiales impresos en braille. Escríbanlos ustedes mismos. Pongan su poesía y su prosa en braille y compártanla con el mundo.

Hasta que nos conozcamos aquí, en mi nube.

Louis Braille


Comparto este relato narrado en primera persona con el cual participé en el concurso de cuentos 2015 de la Federación Venezolana de Instituciones de Ciegos y el Consejo Venezolano del Braille (CVB) y gracias al cual obtuve una mención honorífica. Espero sea del agrado de nuestros lectores.

Transcribo a continuación el diploma que me fue otorgado por el CVB.

Federación Venezolana De Instituciones De Ciegos
Consejo Venezolano Del Braille

Diploma

Diploma de Alta Felicitación que otorga con suno agrado el Consejo Venezolano del Braille a:

Lic. Consuelo Arias-Briceño

por su excelente participación en el Concurso Literario, con su cuento “Desde mi Hogar Sesquicentenario” el cual obtuvo una Mención Especial, siendo la única persona de visión normal del Concurso, presentando su obra en sistema braille.

Por el Consejo Venezolano del Braille:

Prof. Marcial Rossell. Director General
Lic. María Luisa Matute. Directora Técnica
Lic. Petra Elena Naveda. Directora Operativa

Barquisimeto, 8 de octubre de 2015

CXXIV Aniversario del Nacimiento de Mevorah Florentín, Introductor del braille en Venezuela e Iniciador de la Educación Especial en el país.

“Braille, caminos del saber”


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2 comentarios en “Desde Mi Hogar Sesquicentenario

  1. Rosa Díaz Pereira

    Gracias, me encanto este tema dondeBrsile desde su nube nos plantea la necesidad de aprender a leer " en Braile, a que exista material didactico en este
    sistema y ademas exige el derecho que tiene los ciegos a mas acceso para el aprendizaje hermoso cuento nardado por Beaile mis felicitaciones a Consuelo,
    que aun, que no es invidente tiene una gran sencibilidad de ponerse en los zapatos de su projimo que hermoso vracias por este artículo gracias.

    Responder
    1. Consuelo Arias-Briceño

      Apreciada Rosa:

      Quien tiene que agradecer soy yo.

      En realidad, entre las personas con discapacidad visual he encontrado mis más grandes amigos. Así que, valoro todos sus comentarios, críticas, sugerencias
      y muestras de aprecio.

      Considero que el método de lectoescritura natural de las personas ciegas es el braille. Así que todos deberían estar interesados en aprenderlo aunque les
      tome mucho tiempo.

      Un abrazo muy grande deseándote los mayores éxitos del mundo en todo lo que emprendas.

      Amiga.

      Responder

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